Félix Valencia es uno de los escritores melancólicos y románticos, que tanto la poética ecuatoriana y el mundo entero se encargó de sepultar en el libro del tiempo. Nació un 31 de agosto de 1886 en la ciudad de Latacunga, y luego de terminar su educación primaria, decidió viajar a Quito donde terminó su bachillerato en el Colegio Mejía en 1908.
Su vida siempre estuvo inspirada por la tristeza, soledad y misantropía, razón por la cual, para autores como Leonardo Barriga López, sus textos vendrían a adscribirse dentro de la Generación Decapitada del Ecuador. Esta afirmación responde a que su poesía tiene características similares a dicho movimiento y, además, su propia vida habría estado enmarcada en el dolor, locura y desesperación. El poeta Diego Velasco asegura que se podía mirar a Félix Valencia viviendo como misántropo en las quebradas y cuevas de Quito hasta su ingreso al hospital San Juan de Dios, lugar en el cual falleció en 1918.
Valencia fue sin duda uno de los mejores poetas de fin de siglo, existencialista, sentimental y soberbio, que logró componer versos románticos y soñadores, rimas doloridas y cantos de protesta que relatan la pobreza y tristeza de su época, y que fueron publicados en dos folletos, uno dedicado a la acción de Ricaurte en San Mateo y otro de carácter lírico llamado “Cantos de Vida y de Muerte”.
El escritor Humberto Salvador recuerda a Félix como un ser de “temperamento fuerte, jamás dobló la rodilla ante los poderosos, ni vendió su pluma por un pedazo de pan. "Me muero de hambre, pero no mendigo", solía decir cuando algún amigo intentaba depositar en sus manos el humillante auxilio de una moneda".
Ingresó en el Hospital "San Juan de Dios", ya que un amigo galeno lo alojó allí con un diagnóstico falso a cambio de la ayuda que podía brindar a los demás, debido a su lamentable pobreza. Con el paso del tiempo enfermó de tifoidea y murió con apenas 33 años. Su cadáver tampoco tuvo la suerte de una sepultura digna, ya que nadie supo a dónde fue a parar. Escritores de la época creen que tal vez fue confundido entre otros cadáveres anónimos que yacían en la morgue, y que seguramente, fue destinado a los estudiantes de medicina, o terminó en una fosa común.
Como homenaje póstumo su poema “Mar adentro” fue llevado al pentagrama nacional con música de los compositores: Carlos Amable Ortiz, Humberto Dorado y Miguel Ángel Cásares e interpretado por el dúo Benítez y Valencia, cuya melodía es la más popularizada. Además, en la ciudad de Latacunga se han realizado numerosas ediciones de la Feria del Libro en homenaje a “Félix Valencia Vizuete”, un poeta que merece ser rescatado en la memoria literaria del Ecuador y por supuesto a nivel internacional, como un personaje que se atrevió a enfrentarse al mundo y su hostilidad a través de la melancolía de cada uno de sus escritos.